Hay ciertos momentos en los que no damos más. Las cosas se han salido de su orden habitual (o del que desearíamos) y nos sentimos abrumados, sin saber qué hacer o hacia dónde movernos. Estamos exhaustos, sin fuerzas y con pocas esperanzas de que las cosas cambien para bien.
Pero hallar una salida es posible.
Por lo general, cuando nos encontramos en una situación de este tenor, hubo varios alertas que fuimos pasando por alto hasta llegar a esta coyuntura: situaciones molestas que toleramos porque estábamos convencidos que era lo mejor, pero que fueron aumentando en intensidad y en cantidad; hoy no sabemos qué rumbo tomar para volver a sentir paz.
Así como uno puede acumular muchas cosas en un clóset, también podemos cargarnos emocionalmente en demasía, en especial, en caso de:
- Problemas sin enfrentar (hacer todo lo posible para esquivarlos solo los potencia)
- Tolerar más de la cuenta
- No hablar cuando deberíamos haberlo hecho
- Pasividad
- No tomar decisiones y dejarnos llevar por lo que otros establecen
- Parejas fallidas una y otra vez, sin detenernos a reflexionar qué responsabilidad tenemos en ellas y qué sería bueno que cambiemos para tener éxito en el próximo intento
La verdad es que seguimos hacia adelante empujando para alcanzar nuestro objetivo o motivados por él (por ejemplo, consolidar la pareja, mantener unida la familia, sostener un trabajo, no pelear ni generar situaciones de enfrentamiento).
Hoy es un buen día para ir dejando atrás la acumulación emocional que padeces.
Es un proceso que da excelentes resultados si lo inicias y sigues hacia adelante el tiempo que sea necesario. Apenas tengas unos minutos libres, sígueme en este ejercicio simple y eficaz:
EJERCICIO
Ocúpate de un tema por vez – ¿cuál es la carga emocional más pesada? Enfócate en ella por última vez.
¿Estás dispuesto a dejarla atrás? Su compañía ha llenado vacíos hasta ahora, al dejarla partir sentirás un alivio que hace mucho tiempo no experimentas. Si la respuesta es sí, observa lo que causa ese estrés emocional en perspectiva, como si fueras otra persona.
¿Qué ves? ¿Qué te dices? ¿Qué sientes? ¿Cuántas personas más están involucradas? (Toma el tiempo que precises para llegar a estas respuestas).
Imagínate viviendo sin este sentimiento de acumulación emocional durante varios minutos. Fíjate cómo respiras más pausadamente, incluso es probable que los músculos de tu cara dejen de estar tensos, que adoptes una posición corporal más erguida, que algún síntoma físico desaparezca, cuando menos durante un rato.
Quédate con esta imagen liviana, de quietud interior, y mientras la disfrutas, contesta esta pregunta:
¿Cómo has llegado hasta ahí?
Lo primero que te venga a la mente te dará las pautas para el primer paso efectivo que puedes dar para mejorar tu calidad de vida.
Merlina Meiler